Esta semana, tanto “The Economist” como “The Wall Street Journal” publicaron artículos sobre cómo China está ganando la guerra comercial. Este resumen combina varios de ellos, ya que The Economist publicó tres piezas relacionadas.
El punto más importante—independientemente de quién esté ganando—es que China siempre fue un violador serio de las reglas del comercio internacional, y que Europa y EEUU (Occidente) permitieron conscientemente que esto sucediera, esperando que China eventualmente “se uniera” al sistema occidental. Pero China nunca tuvo la intención de hacerlo, porque unirse a Occidente habría significado el fin del control del Partido Comunista. Desde la apertura económica iniciada por Deng Xiaoping, China ha mantenido una economía cerrada, dominada por empresas estatales, fuertes subsidios y múltiples violaciones de las prácticas de comercio justo. Nunca ha habido nada verdaderamente “justo” en la forma en que China maneja su economía. (Escribiré una nota separada detallando estas violaciones en una siguiente nota.) Lo mejor contra esta situación de China hubiera sido una campaña conjunta de “Occidente+” (Occidente+ debe incluir Japón, Australia, e incluso India porque comparten sistemas democráticos) con lo cual China hubiera estado acorralada; EEUU solo no puede.
Un aspecto igualmente relevante es que el mejor resumen del resultado de la guerra comercial entre Xi y Trump se refleja en la evolución de las bolsas china y estadounidense en lo que va del año: la bolsa china ha subido un 33%, mientras que la norteamericana solo un 15%. Como se observa claramente en la siguiente gráfica, el mercado chino comenzó a superar al estadounidense desde el inicio del mandato de Trump. Además, en las tres ocasiones en que Trump amenazó con imponer fuertes aranceles a China —y Xi respondió—, el propio Trump terminó retrocediendo.

El mejor resultado de la próxima reunión entre Trump y Xi en Corea del Sur sería que ambos líderes acordaran reabrir el comercio—ya que nadie realmente gana una guerra comercial, y ambas poblaciones se beneficiarían de la cooperación; en realidad el mundo se beneficiaría del fin de hostilidades comerciales entre las dos economías más grandes del mundo.
El Manual Adaptado de China
El presidente Xi Jinping ha reemplazado el manual diplomático tradicional de China con una nueva estrategia diseñada específicamente para Trump. Mezcla halagos y dureza—ofreciendo a Trump concesiones de alta visibilidad (como TikTok) mientras toma represalias aún más contundentes cuando es atacado. El enfoque de Xi toma prestadas las tácticas de “máxima presión” del propio Trump, con el objetivo de proyectar fortaleza, influencia e impredecibilidad.
Esta nueva asertividad surge de las lecciones que China aprendió durante la primera guerra comercial. En 2018, el gobierno chino identificó 35 “puntos de estrangulamiento” tecnológicos donde dependía de importaciones extranjeras. Esa autoevaluación condujo a un esfuerzo ambicioso para eliminar vulnerabilidades y estudiar las debilidades de Estados Unidos. Siete años después, esta preparación está dando frutos.
Tres Pilares de la Ventaja de China
1. Dominio Escalatorio
China ha aprendido a tomar represalias de manera precisa y desproporcionada. Cuando Estados Unidos impone aranceles o restricciones tecnológicas, Pekín responde de maneras que infligen el máximo dolor político—apuntando a los agricultores estadounidenses, empresas de alta tecnología o cadenas de suministro críticas. El resultado: Washington a menudo retrocede primero, y China mantiene la iniciativa.
2. Reescribiendo las Reglas del Comercio Global
China está creando su propio marco comercial, utilizando su dominio en tierras raras y materiales críticos para construir un sistema global de licencias. Estos nuevos controles le dan a Pekín una influencia significativa sobre la manufactura global—desde semiconductores hasta vehículos eléctricos—reflejando, e incluso superando, los propios poderes de control de exportaciones de Estados Unidos.
3. Fortaleciendo el Control Doméstico
La guerra comercial ha consolidado el poder político de Xi y ha impulsado el sentimiento nacionalista. Enfrentarse a la presión estadounidense es popular en China, reforzando el objetivo a largo plazo de Xi de convertir al país en una potencia tecno-industrial autosuficiente. Mientras China enfrenta desafíos económicos internos, su liderazgo ha utilizado el conflicto externo para justificar un control más estricto y una política industrial acelerada.

Poder Industrial y Represalias
La fortaleza industrial de China sustenta su influencia. Produce el 35% de la producción manufacturera global—el triple que Estados Unidos—y domina el procesamiento de tierras raras. También ha imitado los controles de exportación estadounidenses, prohibiendo la exportación de materiales clave como galio y germanio para contrarrestar las restricciones de semiconductores de Estados Unidos. Mientras tanto, Pekín ha castigado a empresas estadounidenses con investigaciones antimonopolio y ha desviado las compras de soja a otros países, infligiendo dolor en regiones políticamente sensibles de Estados Unidos.
El Arte de la Concesión y la Presión
El nuevo enfoque de China hacia Trump 2.0 es pragmático. Xi ve a Trump como transaccional, no ideológico—alguien que valora los acuerdos y las victorias personales. La estrategia de Pekín, por lo tanto, combina presión dura (como controles de tierras raras) con concesiones simbólicas (como TikTok) para ganar influencia y mantener el diálogo. Las próximas reuniones están diseñadas menos para la reconciliación y más para la “gestión de conflictos.”
Brechas de Comunicación y Políticas
A diferencia del primer mandato de Trump, ahora no hay canales de comunicación confiables entre Washington y Pekín. Las negociaciones se han estancado, con la desconfianza mutua y la política doméstica en ambos lados haciendo más difícil la diplomacia. Muchos halcones de línea dura contra China en la administración estadounidense han sido marginados, reemplazados por figuras más interesadas en restaurar los lazos comerciales—un cambio que Pekín ha explotado a través del compromiso directo con CEOs influyentes de Estados Unidos.
Riesgos y Excesos
Las agresivas licencias y controles de exportación de Pekín han alarmado no solo a Estados Unidos sino también a los aliados europeos, quienes los ven como excesos. Enfrentando la reacción adversa, China ha suavizado su tono, mostrando que todavía depende de la tecnología estadounidense, particularmente en aeroespacial y software avanzado. Mientras tanto, Estados Unidos conserva herramientas financieras y tecnológicas que pueden dañar a China si se despliegan estratégicamente.
Cómo Se Ve la Victoria
Cualquier acuerdo entre Trump y Xi probablemente será modesto—una pausa en los aranceles, retrasos en las restricciones de tierras raras y compras simbólicas de bienes estadounidenses. El objetivo de Xi no es la paz sino la estabilidad y el control sobre el ritmo de la confrontación. El éxito, desde la perspectiva de Pekín, significa demostrar fortaleza sin humillar a Trump.
El Largo Camino por Delante
Ambos lados se están preparando para una rivalidad económica prolongada. Estados Unidos está mapeando sus propias vulnerabilidades—desde baterías hasta productos farmacéuticos—mientras China continúa su impulso hacia la autosuficiencia en chips e IA. Pero el camino de China es costoso, desviando recursos del crecimiento del consumidor y arriesgando la alienación de socios globales.

La guerra comercial puede ser una que China esté “ganando” actualmente, pero es una victoria que viene con límites. Ambas economías—y el sistema global—están pagando el precio por el colapso del comercio abierto. Al final, incluso si China gana la guerra comercial de Trump, todos pierden.

La recomendación para nuestras carteras es muy simple, como siempre solo inviertan usando ETF’s, nunca fondos de bancos u otros intermediarios, y mantengan una cartera diversificada que incluya algo de Europa y algo en mercados emergentes (que incluye China.)
Lima, 24 de octubre de 2025
Francisco A. Delgado, PhD