Longevidad de la Cultura China: Nunca enfrentaron una cultura similar con mejor ejército

Del Romance de los Tres Reinos: “El Imperio por tiempo dividido será reunido, el Imperio por tiempo unido debe fragmentarse, y así será por todos los tiempos”. Esta antigua máxima encapsula la resiliencia de China, una civilización que a pesar de enfrentar largas períodos de fragmentación política nunca fue absorbida culturalmente por sus conquistas militares hasta mediados del siglo XIX.

La fortaleza de una estructura confuciana indestructible

China se enfrentó a enemigos militarmente superiores —como los mongoles y manchurianos— pero nunca a una cultura con la fuerza de armas y la capacidad civilizatoria para borrar la suya. Ni siquiera los draconianos esfuerzos de Qin Shi Huang Di, quien mandó ejecutar mandarines y quemar libros clásicos, lograron extinguir la herencia china. Como un ave fénix, la cultura china siempre renació: la dinastía sucesora formalizó precisamente el confucionismo como fundamento nacional, revitalizando las semillas que permanecen dormidas durante los períodos de caos.

Desde la dinastía Han (202 a.C. – 220 d.C.), China desarrolló una estructura institucional claramente definida: los escritos de Confucio y sus máximas se convirtieron en la base de una verdadera constitución civilizatoria. Los funcionarios gubernamentales —mandarines o ministros— no eran meros soldados o burócratas, sino académicos rigurosos que dominaban la filosofía confuciana, la poesía clásica y la literatura antigua. Para acceder a estos cargos, los candidatos se sometían a rigurosos exámenes en tres niveles (local, regional y nacional), requiriendo años de estudio. Su formación incluía no solo lecturas filosóficas, sino también caligrafía elaborada y pintura, capacitándolos para ser ministros del estado en todos sus niveles: jefes de los seis ministerios y administradores del imperio completo.

Gobiernos externos bajo control mandarinal

Esta estructura de poder mediante la meritocracia de sabios probó ser tan sólida que incluso los conquistadores externos debieron someterse a ella:

La Dinastía Yuan (1279-1368): Los mongoles bajo Kublai Khan conquistaron China militarmente, pero descubrieron que la administración de un imperio tan vasto era imposible sin los mandarines. Aunque mantuvieron ciertos elementos de su cultura y jerarquía militar, terminaron adoptando la burocracia confuciana, permitiendo que la cultura china persistiera bajo dominación externa durante casi un siglo.

La Dinastía Qing (1644-1912): Los manchurianos, originarios de Manchuria, invadieron desde el norte y establecieron la última dinastía imperial. Durante 268 años, los emperadores manchúes gobernaron, pero nuevamente la estructura mandarinal fue indispensable. De hecho, la dinastía Qing llegó a considerarse la más grande expansión territorial y uno de los períodos de mayor esplendor cultural chino, precisamente porque los manchúes adoptaron completamente el sistema confuciano y los mandarines.

El “estado profundo” que preservó la civilización

En total, casi la mitad de la historia imperial china fue gobernada por culturas externas, y aun así la identidad china no solo perduró sino se fortaleció. Los mandarines fueron, en esencia, el verdadero “estado profundo” —una élite administrativa permanente, elegida por mérito y lealtad a los principios confucianos, que trascendía los cambios dinásticos y garantizaba la continuidad institucional.

Fragmentación sin ruptura

Es cierto que China experimentó múltiples períodos de fragmentación política, algunos durando hasta dos siglos y medio. Sin embargo, tras cada fragmentación, el imperio se reagrupaba bajo la misma estructura social, respetando jerarquías, el orden confuciano y la figura del emperador. La diferencia fundamental entre China y otras civilizaciones es que sus divisiones nunca fueron existenciales: siempre existió un marco común de valores, administración y cultura que permitía la reunificación.

En conclusión, la longevidad de la cultura china no se debe solo a la ausencia de rivales civilizatorios en su región, sino fundamentalmente a una estructura institucional basada en la meritocracia intelectual y los principios confucianos. Los mandarines —esos académicos-administradores— fueron los verdaderos pilares que permitieron que China sobreviviera a guerras, conquistas, fragmentaciones e incluso a gobiernos de extranjeros, manteniéndose como una entidad cultural coherente durante milenios. La esperanza es que al igual que todas las culturas que dominaron china en el pasado, el partido comunista chino será también eliminado con muy poco rastro en China. El miedo es que el PCCH controla el ejército.

Francisco A. Delgado, PhD
Lima 31 de octubre 2025

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